
Día de las Abogadas: ¿Cómo es un juicio por feminicidio?
Una mirada feminista
Por Tessa Galeana

Hoy 12 de julio, se celebra el Día de las abogadas. Dentro del movimiento feminista, son ellas quienes se encargan de brindar asesoramiento, consejo jurídico y defender los intereses de mujeres en situación de violencia, algunas acusadas injustamente, otras, perseguidas por el Estado que transgrede los derechos de las mujeres, pero también son quienes se enfrentan en duros procesos penales en casos de feminicidio.
En los casos de feminicidio, no se tiene un amplio panorama a nivel jurídico, pues si bien el movimiento feminista intenta visibilizar a las mujeres víctimas de feminicidio, esa es una de varias esferas a la que podemos prestar atención, pues el alcanzar la justicia para las víctimas y sus familias, es nula. Sabemos que solo 3 de cada 100 casos son esclarecidos y llegan a condena, esto demuestra por qué es tan difícil identificar a las abogadas que atienden estos casos con perspectiva feminista.
Según datos del INEGI, de 2015 a 2018 fueron asesinadas 12 mil 378 mujeres en México, de las cuales solo 407 casos tuvieron sentencia. En el 2021, las cifras se elevaron, en promedio entre 10 y 11 mujeres son asesinadas todos los días, es decir, en los últimos tres años, el delito de feminicidio, en México, ha aumentado en un 8,5%. Con esto, queda claro que solo tres feminicidas son detenidos y llevados a juicio, y que seguramente no es nada fácil un proceso penal de este tipo; sin embargo, existen mujeres que nos permiten reconocer más allá de lo visto o lo que nos quieren mostrar. Esta entrevista, nos muestra la mirada feminista de una mujer, que, desde la abogacía intenta encontrar justicia a víctimas de feminicidio.
Ana Vega, es abogada desde el año 2014 y nos cuenta un poco más sobre los juicios de feminicidio que ella ha litigado.
¿Qué te hizo estudiar derecho?
De niña quería ser presidenta de la república, pensaba que siéndolo podría meter a todas las personas malas a la cárcel, aunque también quería ser actriz profesional y ganar un Oscar. Un día, fui al congreso y fui diputada por un día, nos explicaron qué tendría que hacer en caso de ser presidenta y decidí que no era lo que quería. Dejé de querer ser actriz cuando lo fui y no me gusto, me descubrí que me gustaba más escribir.
Coincidió cuando fui testigo de la violencia sexual que estaba viviendo la niña que vivía a una casa de la mía. Cuándo yo pregunte quién podía ayudarla, me dijeron que solo una abogada, una que defendiera niñas. Por años me culpabilicé de no ser abogada, aunque tenía 8 años, me costó mucho entender que lo que vivía la niña era violencia sexual, por años me culpe por no ayudarla. Años después me costó entender que lo que había vivido la niña de a un lado, también se había vivido en mi casa, para la niña de un lado, a su vez, yo también era esa niña.
Decidí entonces ser abogada, aunque durante mi adolescencia ya no sentía esa necesidad de hacerlo. Al momento de inscribirme a la universidad lo hice en la facultad de derecho. Mi sueño profesional es ser jueza.
¿Cómo es el protocolo a seguir en un caso de feminicidio?
Una vez que se ha iniciado una carpeta de investigación por el delito de feminicidio, la parte ofendida (en la mayoría de los casos la mamá de la víctima) es canalizada por la fiscalía conmigo. En muy pocos asuntos me ha tocado dar el acompañamiento en la identidad cadavérica, sucede comúnmente esto, cuando hay alguna persona detenida, por lo cual hay que asistir a su audiencia. En la mayoría de los casos, las ofendidas se acercan a mí directamente o me dejan sus números de teléfonos. Suelo contactar a las ofendidas vía telefónica, ofrecerles mis servicios y explicarles el por qué tiene derecho a una abogada, la mayoría accede a tener una cita conmigo. Aunque ha habido veces que me han pedido que les deje vivir su duelo, que no les moleste o que en su cabeza ellos ya imaginaron que su hija o hermana tuvo otro tipo de muerte. Les digo que está bien y que tiene mi teléfono.
La primera cita que tengo con ellas, yo les llamo la entrevista inicial, previamente agendo con el ministerio público una cita y ese día lo divido en 3 sesiones. Suelo pedirles que contemplen que estarán conmigo de 3 a 5 horas. Creo que presentarte y decirles que eres abogada, es elemental, las madres están buscando respuestas legales, y aprendí que en esos casos sí es necesario, en un principio, decir que eres abogada.
“Buenos días, mi nombre es Ana Vega, soy abogada, yo fui quien la llamo, muchas gracias por venir, me recuerda su nombre completo por favor”. Es mi presentación.
Trato de que todo sea humanizado, que me digan cómo prefieren ser llamadas, y cómo quieren que me refiera a la víctima. Nombrarlas es importante. Hago hincapié en que tienen muchos derechos, es muy importante hacerles saber que los tienen y cuáles son; uno de ellos, es tener una abogada. En términos muy simples, les explico cómo es el proceso penal y cuánto tiempo nos podemos enfrentar. Es muy común que, durante la misma explicación, ellas comiencen a posicionarse en algunas de las vertientes que estoy explicando. Otro derecho es que nadie vea la carpeta de investigación, hasta que ellas la autoricen, en mi caso, cuando leo su carpeta, les hago saber que haré anotaciones, para que así pueda explicar su carpeta y saber qué hace falta. Quizás sean las horas más angustiantes para ellas, me siento y escribo, con mis miles de colores, y borro lo que ya había escrito, al cabo de una hora aproximadamente, por mi lectura de abogada, puedo explicar la carpeta.
La siguiente fase, es explicarles lo que contiene la carpeta, entre eso, el cómo asesinaron a su hija y pregunto si ellas quienes saberlo, pueden decidir no saberlo o sí, yo les explico o no; es una parte muy difícil, porque todas a quienes he brindado mis servicios de abogada, han pedido saber sobre la muerte de sus hijas, y yo debo explicar a detalle si fue víctima de violación, si sufrió mucho, si la golpearon.
La siguiente etapa, es la orden de aprehensión, solemos pedir en ese acto, las diligencias pendientes. Muchas veces, en los feminicidios sin línea (se llaman así cuándo no tenemos idea quién pudo ser, sobre todo cuando el cuerpo de la mujer se encuentra después de meses o años desaparecida) todo se vuelve más complicado y tengo que explicarles que nos llevará tiempo.
“A mí no me gusta mentirle”, es mi frase favorita con ellas, porque no me gusta hacerlo. Como abogada sé que hay pruebas que, por su complejidad, no lograré obtener en un día o una semana, por ejemplo, las sabanas de llamadas y geolocalizaciones. También sé que, desafortunadamente, hay feminicidios que nos tardaremos años en saber quién fue, sobre todo cuando el cuerpo de la víctima se encuentra en estado de descomposición en algún canal de aguas negras, porque suele acabar con la evidencia o cuando hemos encontrado su cuerpo en partes. Así que me gusta hablar claro desde el principio, sin prometer condenas, les explico a qué nos vamos a enfrentar y les digo que yo estaré con ellas, hasta el final, hasta que ellas decidan no continuar, porque mi papel no me permite estar sin ellas.
En los feminicidios con línea, es cuestión de días o semanas, para obtener la orden de aprehensión, y a veces de años para cumplimentarla. Me gusta ser realista, saco los mapas mentales que hice con ellas y posiciono a su hija en algún momento del proceso, las canalizo a trabajo social y/o psicología, trato de dejar en claro que yo solo soy su abogada, de no hacerlo, corro el riesgo que me tomen como la persona que las protegerá y eso es paternalista.
Me parece importante que sepan y conozcan el proceso, lo que hay y lo que nos falta, nuestras fortalezas y debilidades, lo que sí puedo hacer y lo que no. La ley no les exige a las mamás a estar en las audiencias, pero una de mis posiciones como abogada, es pedirles que asistan a todas las audiencias, eso es un derecho que tienen y las fortalece para el día de su testimonio. De ahí hasta que la sentencia queda firme, las madres asisten a todas las audiencias. Ven a los jueces y les pierden el miedo, y en dos o tres audiencias más, ellas se mueven, como si fueran abogadas.
Comúnmente, entre la vinculación a proceso y la emisión del fallo, transcurren de 8 a 10 meses. Tiempo en que las madres han cambiado, su forma de hablar se transforma, de mujeres que lo hacen por su hija a mujeres que, además de hacerlo por su hija, lo hacen por las hijas de las demás. El día de la emisión del fallo, es un día determinante, escucho su llanto al momento de escuchar, es por eso que no puedo emitir otro fallo que no sea el de CONDENA: “Usted fulanito es penalmente responsable del feminicidio de NOMBRE DE SU HIJA”.
Al finalizar siempre sucede algo, las madres se ven con la condena, en la mayoría máxima y aquí comienza otro proceso para ellas, es decir, enfrentarse a la obtención de justicia, pero su hija ya no está. Yo ya sé qué pasará, una a una lo han vivido, suelo tomar una fotografía, el día de la condena y les explico que esperaremos la apelación, y el amparo, ellas saben de qué hablo.
Cuando finalmente queda firme la sentencia, unos dos años después del feminicidio, explico que, aunque ojalá nunca hubiéramos tenido la necesidad de conocernos de esa forma, me alegra que por su hija tenemos justicia. Son otras mujeres, se transforman.
¿Qué sientes cuando estás en un juicio por feminicidio?
Hay dos audiencias, en especial, que siento mucho nerviosismo y suelo pedirles a mis amigas, y contactas que me envíen sus mejores vibras, que recen por ellas, las que son católicas, recibo todo su amor para no sentirme sola en el juzgado. La primera la llamo la audiencia madre (yo le puse ese nombre, no es legal), es aquella en donde voy a desahogar a mi testigo más importante, sea porque me acreditará que fue feminicidio en el caso cuando el más importante es un médico o que será el testigo presencial. La segunda es la emisión del fallo.
Yo personalmente soy muy perfeccionista, tengo un alto nivel de autoexigencia, por ello condeno cada uno de mis errores como el peor. Mis juicios siempre me esfuerzo en que salgan muy bien, y a veces no es así, por lo cual, el día del fallo juro que voy a perder. Suelo estar muy nerviosa ese día, con muchas ansias, aunque todos dicen que siempre me veo muy segura.
Una vez desahogada la audiencia madre, todas las demás audiencias para mí, son normales, sé lo que debo obtener del testigo y lo obtengo. Pero esas dos, que suelen ser siempre la primera, y obviamente la última, son emocionalmente desgastantes.
¿Cuál ha sido el caso más difícil que has tenido que litigar?
Probablemente dos, Rebeca Margarita y Marisol. Rebeca fue extremadamente difícil por la complejidad de las heridas que tenía en el cuello al momento de ser asesinada y, posteriormente, hecho pasar como suicidio. La línea técnica médica era muy delgada y la defensa era extremadamente buena, con una defensa altamente activa, con peritajes propios muy bien hechos. Además, el caso de Rebeca no era como lo imaginamos todas, después de años de violencia, sino un feminicidio a 3 meses de relación, sin ningún antecedente visible de violencia, por lo cual tuvimos que ahondar mucho en la violencia psicológica y estructural. Al final resulto en una condena máxima.
El caso de Marisol, actualmente estamos en juicio, y está extremadamente difícil, porque mi testigo principal manifestó en juicio que ella no sabía nada. Lo cual nos debilito el asunto, magistralmente.
¿Cómo llegan a ti los casos?
Trabajo en la comisión de víctimas del Estado, estoy adscripta a la fiscalía de género (feminicidios y violaciones) me llegan por ser parte de mis funciones.
¿Has necesitado contención psicológica debido a un caso de feminicidio?
Sí, yo llegué a trabajar la violencia de las mujeres después de estudiar feminismo, entré por la academia primero, por lo cual yo ya sabía que necesitaba acciones de autocuidado y que una era poner límites claros con las ofendidas y víctimas para evitar paternalismo y otra era desprenderme de mi papel como abogada cuando estuviera fuera de audiencias o de mis funciones. Entendí que no puedo ser omnipresente y que no puedo terminar yo sola con todos los feminicidios, pero sí puedo obtener justicia para los que me tocan.
Entonces, con un claro posicionamiento político, tomo sesión psicológica para enfrentar todo lo que me toca ver y leer.
No puedo volverme amiga de las víctimas u ofendidas y sentarme a llorar con ellas, necesito leer sin llorar y defenderlas sin llorar en sus juicios. Pero tampoco puedo dejar de sentir dolor, odio, tristeza por la forma tan cruel que las mataron. No me permito perder la empatía, pero para no perderla, no me puedo perder a mí. Así que, en mi casa, cuido plantas, cocino comida rica, hago tiktoks, veo series, leo novelas, estudio para ser mejor abogada, tomo terapia. Y aunque me cuesta, separo la Ana abogada de la Ana no abogada.
¿Hay algo que quieras decirles a las mujeres que leen este artículo?
Si eres una niña y alguien te hace algo que no te gusta y no entiendes qué es, no es tu culpa. Busca a esa mujer de tu familia que ves más rebelde y cuéntale a ella. Si eres una niña, juega y diviértete, trabaja por un mundo mejor para ti. Si eres una adolescente, así como eres estás bien, estás en un proceso de autoconocimiento, no calles tu voz interior, síguela. Ámate tanto como puedas, usa esa ropa que tanto te gusta, sal con tus amigas. Si estás viviendo violencia, busca a esa maestra loca que habla de feminismo, te aseguro que te ayudará. Si eres una joven que aún no sabe qué estudiar o hacer con su vida, invítate a tomar un café y escúchate como escucharías a tu mejor amiga. Si eres una joven estudiante universitaria, disfruta esta etapa, lee tantos libros como puedas, pon atención en las clases técnicas y escucha a tus maestras feministas. Ve a marchas, pintarte ese cabello de rosa, termina con ese novio que solo te hace llorar, comparte memes. Si eres una joven que empieza a trabajar, recuerda que la definición de éxito siempre será aquella donde te sientas feliz y tranquila. El camino es distinto para todas.
Sí eres una mujer que está siendo víctima de violencia, no es tu culpa. El camino es difícil y largo, pero no imposible. No me gusta mentir, y de verdad te digo, que tú podrás salir adelante. Pero a todas les digo, el feminicidio, no solo se da después de años de violencia, en mi experiencia les digo, que a veces se da a la primera agresión. Si eres familiar de una víctima de feminicidio, no es tu culpa. Eres valiente por exigir justicia. Si eres una mujer y aún no te nombras como feminista, es un proceso.
Y a ti, mujer, quien quiera que seas, si aún no te han dicho que eres rebelde, que eres la oveja negra, que si sigues así te quedarás soltera, no te preocupes: AÚN HAY TIEMPO.
#SomosLuna