Por Tessa Galeana
Las mujeres tenemos la necesidad de compartir espacios, saberes y pensares, por lo que algunas mujeres han decidido volcar sus esfuerzos en hacerlos posibles, como Andrea Gómez, Terapeuta Psicocorporal y Fundadora de LUNA, Escuela de Pensamiento Feminista, en Ciudad de México.
Si bien es cierto, para poder aperturar estos espacios, es necesario estar conectadas con el feminismo, entenderlo desde su base, Andrea nos explica cómo se adentró en el pensamiento feminista y el proceso que la llevó a aperturar LUNA:
“Hace 7 años entré a los círculos de mujeres, estos espacios son, en su mayoría, terapéuticos, así que propiamente no se hablaba de Feminismo, sino de feminidad sagrada. Ahora sé que son espacios separatistas que me llevaron a tocar temas que me atraviesan como mujer de muchas formas, la sororidad se hacía práctica porque nadie hablaba de la parte teórica en ese momento, no se nombraba pero si se practicaba. Estos espacios me dieron contención, apoyo y empatía en un sentido profundo y conectado a las mujeres, no solo del círculo, sino de todo mí alrededor.
Ahí mi visión comenzaba a cambiar pero fue hasta 2-3 años después que realmente entré de lleno al Feminismo, estaba viendo videos en YouTube, conferencias de una y otra persona hasta que llegué, sin buscarlo, a la conferencia de Marcela Lagarde, sobre el mito del amor romántico, nunca había escuchado algo así. Recuerdo que la repetí unas 8 veces durante esa semana, no podía creer todo lo que ella decía, todo era tan real y me identificaba al 100%. Después de esa conferencia escuché a Amelia Valcárcel en las Jornadas Clara Campoamor, después empecé a comprar libros, a leer todas las noches, las tardes, las mañanas, a dar talleres y tomar clases, a hablar con mis amigas sobre estos temas, a abrir un círculo feminista para mujeres y así empezó y continuó todo hasta que me decidí a abrir un escuela que hoy es LUNA.”
En la teoría todo se puede vislumbrar muy fácil, sin embargo, todo requiere de retos específicos, sobre todo cuando se habla de una escuela, que en pareciera, persigue los mismos modelos de la educación convencional.
Andrea: “Hay un reto grande en abrir una escuela pero a la vez estar clara en que la idea no es replicar este modelo aburrido y lento de la escuela tradicional en donde «te enseño a pensar como yo» pero no a reflexionar en sí. En LUNA, estoy convencida de que es importante hablar del Feminismo en todas sus dimensiones y que cada alumna pueda formar su propio criterio y generar su propio análisis y línea de pensamiento.
El feminismo es por sí mismo un pensamiento crítico, así que el reto en crear una escuela, es estar constantemente cuestionando lo que hacemos, lo que impartimos y lo que decimos, saber que en esta horizontalidad feminista no solamente cuentan las voces de las maestras sino también las de las alumnas y que más que una clase vertical, es un espacio de diálogo horizontal, en donde todas tienen aportes maravillosos que suman y crecen en conocimiento colectivo.
Otro reto es delimitar claramente lo que es una escuela de pensamiento feminista, con una agenda Feminista, porque actualmente sabemos que no podemos contemplar todas las agendas y volvernos la agenda maternal que cuida a todas las luchas. Tenemos que mirar por y para las mujeres desde el Feminismo y honrar la voz y la lucha de las ancestras por dejarnos un mundo más libre y a la vez hacer lo mismo ahora nosotras, por las que vienen.”
Los motivos por los que las mujeres buscamos espacios de acuerpamiento o nos adentramos en el feminismo, normalmente, es porque reconocemos en otras mujeres algo que nos enfoca y nos ayuda a tomar consciencia, así, llegamos a seguir a mujeres que son referentes para nosotras y nos generan una amplia visión sobre muchas de las situaciones que vivimos en cotidianidad.
Andrea: “Te lo resumo en 3 grandes mujeres que me inspiran, podría decir que son Marcela Lagarde, Amelia Valcárcel y Lorena Cabnal, como decía una vez una amiga «yo nunca fui fan de un grupo de rock o de una banda de pop, pero ahora que soy feminista de repente si me dejó llevar y faneo a algunas mujeres brillantes» y sí ¿porque no? creo que a veces también está bien fanearnos entre nosotras y ¡cómo no! si toda esta historia estaba oculta, nadie nos habló en la escuela de éstas mujeres maravillosas.
Para mí Marcela Lagarde fue mi entrada al Feminismo y siempre me ha parecido tan cercana cuando habla, tuve oportunidad de conocerla, me acuerdo que me acerqué muy rápido, nerviosa, con mi libro de Los Cautiverios en la mano, esperando que me lo firmara, y cuando me acerque a ella solo dije «Gracias Marcela», tenía tanto que decirle y pude decir tan poco, pero ella, en su sororidad tan práctica, se me quedó viendo y me dijo ¿Cómo te llamas, de dónde vienes, estás embarazada? Yo tenía 7 meses de embarazo, me siguió preguntando cosas y platicamos como 10 minutos, ella se tomó el tiempo de platicar con cada mujer a la que le firmó el libro, yo me quedé maravillada con ella, con su sencillez, cercanía y empatía.
Amelia Valcárcel para mí es quien me pone a reflexionar horas y horas, la leo hoy y en unas semanas sigo reflexionando sobre lo que dijo, es profunda y sumamente analítica.
Y Lorena Cabnal es a quien escucho cuando quiero poner los pies más en la tierra, ella es mujer indígena Maya, es comunitaria y psicóloga, así que su aproximación al Feminismo es sumamente distinta a Marcela y a Amelia. Lorena tiene una cosmovisión profunda de la vida y siempre habla sobre la reciprocidad de la sanación entre mujeres; si sanas tú, sano yo, y eso, solo eso, siempre es medicina para mí corazón.”
Y bueno, una cosa es tener referentes, pero también, llegamos a un grado de saber que quienes estamos intentando formar espacios para mujeres, podemos, de alguna manera, llegar a ser referentes para otras mujeres.
Andrea: “Considero que mi aportación es muy humilde en comparación de todas las necesidades que existen en este mundo para todas las mujeres. Creo que abrir una escuela es una apuesta teórica y política interesante pero me queda claro que es un espacio, en un mundo de posibilidades.”
Siempre es grato reconocer y saber cómo fue vivido y experimentado cada módulo, en especial el primero, el que introdujo al programa de LUNA.
Andrea: “Sí, fue hermoso conocer al grupo de LUNA y ver la riqueza en experiencias que cada una tiene. Dicen que el grupo marca el ritmo de la clase y la primera generación en LUNA es un semillero para la lucha y el activismo, además de que el ambiente se siente muy cálido y respetuoso, terreno perfecto para cuestionar, abrir historias personales y vivencias que después se llevan a la calle, a las marchas y al activismo que cada una hace.”
Por último, sabemos que el feminismo en América Latina está cobrando fuerza y que cada vez las mujeres se posicionan en lugares que antes solo eran tomados por los hombres, pero ¿Cuál es el panorama que visualiza en el movimiento feminista en México?
Andrea: “Creo que nos hace falta mucho todavía, pero la lucha la hacemos juntas y estamos en el camino.
Es un reto unir las voces, validar todas las visiones y crear un ritmo unificado para lograr metas pero como cada ola en el feminismo, tiene una reacción patriarcal; considero muy importante no dejarnos llevar por esa reacción y centrar toda nuestra atención ahí, no solo luchar contra las diferentes reacciones patriarcales, sino también construir en torno a nuestra agenda feminista.”
Si bien es cierto, cada visión es distinta y esa diversidad es lo que nos da, precisamente, la combinación de apertura, de compartencia, de retroalimentación. Trabajar desde la horizontalidad, sabiendo que todas podemos aprender de todas, ha sido fundamental para poder encontrar espacios, como LUNA, para poder reconocernos y acuerparnos.