Por Tessa Galeana

Cuando el opresor se encuentra amenazado por el grupo oprimido, necesita idear nuevas formas de manipular a las masas, es así que sea creído que el feminismo es solo una moda, que es sólo una vestimenta, un peinado, un corte de cabello, un calzado como si se tratase, una vez más, de mero consumismo. Podemos ver a las empresas que en su afán de mantener su target intacto, utilizan el movimiento a su antojo, generando desinformación sobre el mismo.

El feminismo es una ideología política que busca la reivindicación de la mujer en la sociedad androcentrista, no es algo que haya surgido apenas, ni mucho menos como una moda. El 2019 fue el año del feminismo en América Latina, se ha podido visibilizar la violencia sistematizada hacia las mujeres, se ha logrado hacer notar lo que el mismo Estado está haciendo contra nosotras. Mujeres precarizadas en salud, seguridad, justicia, economía, es decir, en todo lo que nuestros derechos humanos están siendo coartados por ser mujeres.

En realidad dudo que los capitalistas realmente conozcan la historia de #NiUnaMenos, que surgió en 2015 en Argentina, cuando miles de personas salieron a la calle gritando la consigna y es que sí, nos están asesinando ante los ojos de otras miles de personas, que no quieren hacer nada y que siguen pensando que solo se trata de rebeldía o de una liberación sexual. #NiUnaMenos se viralizó en redes sociales, con el único fin de seguir exigiendo nuestro derecho a la vida.

La frase se originó a partir de un poema que la mexicana Susana Chávez escribió en 1995 con la frase “Ni una muerta más”, para protestar por los feminicidios que se estaban perpetuando en Ciudad Juárez y quien en 2011 fue víctima de feminicidio. 

En toda América Latina ha tenido repercusión la consigna, las movilizaciones no se han dejado de hacer, en la Ciudad de México se realizó la primera concentración, donde colectivas feministas denunciaron los feminicidios y las elevadas cifras de violencia contra las mujeres. En dicha concentración participó Norma Andrade, fundadora de “Nuestras hijas de regreso a casa” de Ciudad Juárez, también acudieron padres de hijas asesinadas y desaparecidas del Estado de México. Esto conllevó a que el siguiente año, en 2016, se organizara  un paro nacional y una concentración para denunciar los feminicidios.

Como dije, el capitalismo busca la manera de usar a su antojo el movimiento feminista, es así que se les ocurre usar el estandarte que las feministas hemos logrado posicionar para exigir que se nos siga asesinando; la frase #NiUnaMenos, fue visibilizada con el afán de nombrar a aquellas mujeres que ya no están con nosotras, a quienes se les arrebató la vida de las formas más deleznables y a la marca Liverpool, se le ocurrió que era momento de hacer uso de dicha frase para manifestar su supuesto apoyo al movimiento feminista.

Pero recordemos que Liverpool solapó un feminicidio en 2014, cuando Angélica Trinidad Romero Severiano fue estrangulada dentro de la sucursal de Perisur, dejando su cuerpo por horas en el cuarto de limpieza, ya que los encargados no quisieron dar aviso a las autoridades, la empresa mantuvo en silencio lo sucedido, porque importaban más las ventas del Buen Fin. En 2015 se dictó auto de formal prisión contra el director, el gerente y el abogado de la tienda, quienes participaron activamente en el encubrimiento. En 2016, sentenciaron a 45 años de prisión a Marco Antonio Almazán por el feminicidio de Angélica.

Las acciones tan machistas y misóginas que llevan a cabo quienes dirigen las tiendas de Liverpool, son sin duda, motivo de muchas movilizaciones, como el caso de Dafne McPherson, quien en 2015 tuvo un aborto espontáneo en los baños de una tienda de Liverpool en Querétaro, ella desconociendo que se encontraba embarazada y acusada de homicidio calificado, siendo acreedora de una sentencia de 16 años de prisión. Tras la negligencia de los empleados de la tienda, fue trasladada a un hospital dos horas más tarde, desangrándose y esperada por policías para ser detenida.

Es ahora cuando se le ocurre a la diseñadora Alejandra Quesada hacer uso de la frase, que simboliza las exigencias sobre los feminicidios, para vender sus botas, haciendo creer que son objetos feministas, lo que sigue creando mala información y poca empatía por el movimiento y además, es una aliada de una empresa trasnacional que trata de manera deplorable a sus empleadas y encubre agresiones.

Esto no es más que la ignorancia y la creencia de que el feminismo es una moda, visto desde el clasismo y que provoca la falta de consciencia y genera muchísimo más machismo y misoginia. Lucrar con un movimiento de mujeres que nos encontramos expuestas a violencias y que buscamos, precisamente, una vida sin violencia, es un acto tan patriarcal, que solo beneficia a quienes reciben las ganancias de esos objetos.

A nosotras no nos interesa que haya marcas que vendan objetos que se piensan para ser feministas, porque no es lo mismo creerse feminista a serlo, cuando nos asumimos como tal, leemos historia, nos acercamos a las teorías, encontramos referentes, no nos enfocamos en comprar objetos, nuestro fin es que el sistema heteropatriarcal capitalista caiga y no que crezca.

A las feministas no nos representan los zapatos, ni la vestimenta, ni ninguna marca capitalista, lo que buscamos es que nos respeten nuestro derechos y que se nos deje de asesinar, violar y desaparecer.