
Violencias machistas, visibilizarlas y erradicarlas.
Por Tessa Galeana
Las violencias machistas son la principal causa de feminicidios, violaciones, despojo de identidad, desigualdad salarial, re-victimización en instituciones y hasta la mala impartición de justicia hacia las mujeres. Están tan inmersas en la socialización, que la mayoría de las veces, pasan desapercibidas y se encuentran tan normalizadas, al grado de que muchas mujeres creen que está bien ser tratadas así, después de todo, así han vivido siempre.
Los tipos de violencia, dependiendo del código legal, se encuentran tipificadas en física, psicológica, sexual, económica e institucional, aunque existen más violencias que se adjuntan en otras, como la simbólica, el acoso, la obstétrica y laboral. En realidad, las violencias son vistas de una manera tan superficial, que no se ahonda de manera más cercana cada una.

En el marco del 25 de Noviembre, “Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres”, ésta será la primera entrega de tres, en donde abordaremos mejor cada una de las violencias a las que estamos expuestas las mujeres; cabe mencionar, que 7 de cada 10 mujeres podemos estar inmersas en una o más de estas violencias a la vez y que nada tiene que ver la clase socio-económica, raza, credo, nivel académico o edad.
Todas las violencias son provocadas por el machismo, mecanismo por el cual el hombre considera que es superior a la mujer, y la misoginia, el odio hacia las mujeres en este sistema hetero-patriarcal-capitalista. La violencia de la que más se habla, porque pareciera que es la única “visible”, es la física.
Las agresiones físicas, pueden ir desde un empujón, hasta la inserción de un objeto en el cuerpo, ésta es ejercida por un padre, hermano, tío, primo, abuelo, esposo, novio, incluso por alguien totalmente desconocido o que no mantenga un vínculo con la mujer. Este tipo de violencia es el ejercicio de poder, que pretende mantener el sometimiento y sumisión de las mujeres ante los hombres, porque el constructo machista considera el cuerpo de la mujer como un objeto y que no merece respeto. Toda fuerza física ejercida para crear daño al cuerpo femenino es violencia física y es la forma de poder ejercer otro tipo de violencia, o bien, la culminación de un conjunto de ellas.

Hay agresiones físicas, que pareciera que tienen consentimiento, por ejemplo, un empujón, un golpe mediano en la cabeza, tomar la mano o dar un abrazo a la mujer cuando ella en realidad no quiere, pero al no poder imponer su posición, termina siendo sometida y tomado como algo indefenso y nada malicioso, llevado a la broma y al jugueteo, tal como muchas mujeres llegan a declarar, refiriéndose a que sus parejas “solo estaban jugando y no querían lastimarlas”.
La violencia que va de la mano con las agresiones físicas, es la psicológica, aquella que va cargada de juicios y críticas, además de manipulaciones y chantajes, desvaloriza, minimiza, invisibiliza, despoja de identidad a la mujer, coacciona las acciones de ésta, de tal manera que termina sometiéndose ante la voluntad del hombre. Aquella que limita la vida social, las vivencias y sobre todo el encuentro de espacios de mujeres entre mujeres.
Frases como: “No me gusta que te vistas de esa manera, porque enseñas todo”, “no te maquilles, porque pareces una cualquiera”, “tú me amas y por eso no me puedes dejar”, “si tú me dejas me suicido”, “eres mía y de nadie más”, “no hables con esa amiga, porque solo te mete ideas equivocadas en la cabeza”, “tu familia no te quiere y yo sí”, “no le digas a nadie lo que sucedió, prometo que no volverá a suceder, solo estaba enojado”, “te amo y por eso te celo, no me gusta que hables con otros hombres”, “nadie te va a querer como yo lo hago”, “si me dejas, te quito a los niños y a ti te meto a la cárcel”, “no eres buena esposa”, “¡qué clase de comida es ésta, mi madre cocina mejor que tú!”, “tú no sabes nada, porque eres una mediocre e ignorante”, “no sirves para ser madre”, “mi madre sí supo tener hijos”, “mamá, tú no puedes tener amigas, eres una señora de casa”, “mamá, atiéndeme, soy tu hijo y es tu obligación”, “si me amas, me vas a dejar hacer lo que yo quiera” y muchas otras más.

Frases cargadas de misoginia y machismo, que terminan lacerando la autoestima, que llenan de culpa e inseguridad a las mujeres, que evitan el reconocimiento de ellas mismas y que van permeando en la vida familiar, laboral y social de las mujeres. La violencia psicológica, en muchos casos, si no es que en todos, no es muy tomada en cuenta, porque se suele considerar que no es posible poder manipular la mente de un ser humano, por lo que la manera tan bien integrada en la personalidad de los hombres y en las mismas mujeres, conlleva a la creencia de que las frases que se suelen decir, están bien y que no son complejas y mucho menos dañinas. Hay quienes suelen decir que lo hacen por amor y por el bien de las mujeres, evitando así que nos cuestionemos y analicemos con mayor profundidad las frases y sobre todo las intenciones con que son dichas, que por supuesto son cargadas de poder y control.
El combo de violencia física y psicológica, es una de las principales causas de feminicidios en México, mujeres siendo asesinadas por los maridos, novios, incluso padres; 9 mujeres al día son asesinadas en nuestro país, siendo esto la culminación de prácticas de superioridad, que el Estado solapa y que conllevan a otro tipo de violencias, las cuales abordaremos en las siguientes entregas.
